La temporada de Sakura es esa mágica época del año en la que Japón se tiñe de un tono rosa como de algodón de azúcar. Durante la primavera, de los cerezos en flor salen delicados brotes que resaltan sobre el cielo azul, simbolizando el fin del invierno y que una nueva vida se nos presenta en el horizonte.
Desde antaño, la temporada Sakura tiene una gran importancia en la cultura japonesa, pues el hanami (el arte de “ver las flores”) se remonta a la dinastía Nara. Además, las flores de sakura traen consigo el comienzo de la cosecha y, debido a su naturaleza fugaz, han encarnado las antiguas filosofías japonesas sobre abrazar la fragilidad de la vida. Los árboles también simbolizan la buena suerte y la esperanza, algo que ahora mismo es más valioso que nunca.
Durante la primavera, los japoneses celebran la temporada Sakura disfrutando de un picnic (y seguramente un poco de sake) entre amigos, bajo la bruma rosa de los cerezos. Si participar en el hanami en Japón te parece poco accesible ahora, no te preocupes: el fenómeno de los cerezos en flor también está vivo en Europa.
En el Reino Unido se pueden encontrar cerezos en flor en abundancia, pero hay un lugar donde admirar este legendario árbol resulta especialmente entrañable. The Grange, en Kent, fue el hogar del horticultor Colin “Cherry” Ingram. En un viaje a Japón, a principios del siglo XX, quedó cautivado por la belleza del sakura, así que envió 50 especies al Reino Unido y las plantó en su jardín de The Grange, donde las cuidaba a diario. Ingram murió en 1981, pero su legado sigue vivo: una vez al año, durante el mes de abril, The Grange abre sus jardines al público para que la gente pueda maravillarse con la obra de su vida.


Si ir hasta The Grange también te resulta complicado, puedes disfrutar de la temporada Sakura con más calma haciendo una excursión a los Kew Gardens, en Londres. Su famoso Real Jardín Botánico alberga 63 especies diferentes de cerezos en flor. Camina por el encantador Paseo de los Cerezos, y también inhalarás el aroma de más de 1.000 tulipanes. Es una verdadera celebración de la primavera.
El respeto mutuo es otra razón por la que hay cerezos en flor en toda Europa. En la pequeña ciudad belga de Hasselt encontrarás el mayor jardín japonés de Europa. Además, Hasselt presume de una de las mejores temporadas de Sakura.

En 1985, Hasselt y la japonesa Itami se convirtieron en ciudades hermanadas. Para mantener el vínculo entre ambas, acordaron que cada una donase un monumento a la otra. La ciudad de Itami recibió una torre con carillón, mientras que Hasselt obtuvo su Jardín Japonés. Inaugurado en 1992, el Jardín Japonés de Hasselt es un remanso de paz, con estanques koi y ceremonias de té tradicionales. Explora los nada menos que 225 tipos de cerezos en flor del jardín. Cada mes de abril se celebra un hanami comunitario que permite al público disfrutar de los árboles en su máximo esplendor.

Como los sakura simbolizan la fragilidad de la vida y la esperanza, Japón los regala a países que atraviesan épocas de dificultad. Tras la reunificación de Alemania, Asahi TV (un canal de televisión japonés) lanzó la “Campaña Sakura”, una iniciativa para enviar cerezos en flor a Berlín. La campaña recaudó cerca de un millón de euros, y se regalaron 9.000 árboles a la capital alemana.

Hoy en día, esos árboles se encuentran en lugares donde antes se levantaba el Muro de Berlín. Uno de los sitios más conmovedores es la antigua Todesstreifen (franja de la muerte) en la frontera de Berlín y Brandeburgo. En 2012, Berlín rebautizó la franja con el nombre de TV-Asahi-Kirschblütenallee (avenida de los cerezos en flor de la Asahi) en reconocimiento al conmovedor gesto.
Fuera de la capital, también encontrarás cerezos por toda Alemania. En Bonn podrás pasear por la Heerstraße en el Altstadt, que responde al sobrenombre de “Avenida de los Cerezos”. Plantados en 1980, los árboles también fueron un regalo de Japón. Esta calle adoquinada es una atracción turística muy popular a la que acuden casi 50.000 personas de todo el mundo cada año.


Otro país que se ha beneficiado de la generosidad de Japón es Suecia. En 1998, Japón regaló al rey sueco, Carlos XVI Gustavo, más de 50 árboles que fueron plantados en el popular Kungsträdgården, en pleno centro de Estocolmo.

Cada abril, cuando los cerezos están en plena floración, el parque acoge un festival que celebra la cultura japonesa. El evento incluye un teatro de marionetas Bunraku, música tradicional, cocina japonesa y mucho más.
No solo el norte de Europa se convierte en una extravagancia de cerezos durante la primavera. También hay muchos lugares en el sur de Europa donde ver cerezos en flor. Un ejemplo espectacular es el Valle del Jerte, en la provincia de Cáceres.

A tres horas de Madrid, el viaje merece la pena. El valle cuenta con más de 2 millones de cerezos en flor blancos y, cuando están florecidos, la estampa es impresionante. A diferencia de los cerezos puramente ornamentales, los del Valle del Jerte sí producen cerezas comestibles. Durante los meses de marzo y abril, en el valle se organizan festejos para celebrar que los cerezos están en flor y, una vez finalizada la floración, los visitantes pueden recoger las cerezas. ¡Qué delicia!

