Praga es una ciudad de cultura y contrastes. Tras entrar en la Unión Europea en 2004, la capital checa se convirtió en uno de los destinos top del continente. Su arquitectura modernista, su turbulenta historia y sus precios competitivos hacen de Praga la escapada perfecta. Aunque tiene la reputación de ser demasiado turística, tiene mucho más que ofrecer de lo que parece cuando solo visitas lo más básico.
Visitamos la ciudad natal de Kafka cuando la COVID-19 aún era solo un tema de conversación y callejeamos por sus barrios, tomando nota de todo. Aquí tienes tu guía para descubrir la ciudad, y su innovadora gastronomía, en 72 horas.
Cómo moverse
Además de ser una ciudad muy peatonal, Praga tiene una excelente red de transportes con tres líneas de metro, muchos autobuses y encantadores tranvías antiguos.

Primer día
Comienza tu escapada de tres días con un desayuno en Tricafe, en el pintoresco barrio de Staré Město. Esta acogedora cafetería tiene estanterías modernas de estilo mid-century repletas de libros en varios idiomas, y cuadros o fotos de artistas locales que están a la venta. Toma un café y unas tostadas de aguacate y siéntate en uno de los codiciados asientos de la ventana. Además del café y otras bebidas calientes, Tricafe tiene pasteles Pavlova con nata y trozos de fresa.
Después del desayuno, vete al barrio judío, Josefov, que está a pocos minutos a pie. A pesar de su agitada historia, la zona ofrece un tranquilo respiro del ajetreo del casco antiguo, con edificios art déco y tiendas de moda de alta costura. Visita la Sinagoga Vieja-Nueva, que data del siglo XIII y se rumorea que contiene los restos del legendario Golem de Praga.
El barrio de Josefov está repleto de edificios modernistas. Foto: Shutterstock En tu paseo te toparás con la Sinagoga Vieja-Nueva. Foto: Shutterstock
¿Con hambre otra vez? Camina hasta Pho Bar, un restaurante vietnamita de comida rápida con acentos de madera, elegantes platos negros y porciones abundantes. El menú del almuerzo es pequeño y con recetas familiares, todas supervisadas con cariño por su propietaria Nguyen Huong Giang.
Baja el pho de camino a Zízkov, un barrio joven con muchos bares y cafés. Después de un pequeño paseo, visita el imponente monumento a Jan Zizka, un general checo y héroe nacional. Allí podrás charlar con el guardia de seguridad, a quien le encanta contar historias sobre el monumento mientras escucha música pop checa de los años ochenta en su radio portátil. Disfruta de la impresionante vista de la ciudad desde el monumento.
El barrio de Žižkov se llama así por el héroe nacional Jan Žižka y tiene muchísimos bares. Foto: Shutterstock
Baja la colina y dirígete hacia el Café Imperial, un impresionante restaurante y hotel de 100 años de antigüedad con una rica historia y un interior encantador. La consistencia es clave en el Café Imperial, que presume de clásicos checos hechos “de la mejor manera posible”. Opta por el Wiener Schnitzel con puré de patatas, famoso incluso entre su clientela alemana y austriaca.
El monumento a Jan Žižka con su estatua ecuestre se impone sobre la ciudad. Foto: Shutterstock Los impresionantes interiores de Café Louvre. Foto: Angele Pollacco
Segundo día
Despierta con un desayuno en el espectacular Café Louvre en Nové Město, en el centro de la ciudad. Inaugurado en 1902, entre sus clientes se cuenta a Kafka o Albert Einstein, y mantiene su estilo de época con sus interiores rojos modernistas y sus amplias ventanas. Pídete un desayuno checo, que consiste en zumo de naranja recién exprimido, jamón y quesos checos y huevos duros.
El color rojo predomina en Café Louvre. Foto: Shutterstock El chocolate caliente con nata es una especialidad del Café Louvre. Foto: Angele Pollacco
Es hora de cruzar el famoso Puente de Carlos, construido en el siglo XII sobre bloques de arenisca. Al otro lado del puente se encuentra Malá Strana, que significa “pueblecito” en checo. Este barrio tiene una mezcla de casitas con tejados rojos y palacios barrocos. Es un sitio ideal para parar a comer. Lokál U Bílé kuželky es un pub-restaurante que ofrece los platos checos más auténticos de la ciudad. El restaurante tiene mesas de madera rústicas y una cocina abierta con un interior totalmente blanco. El menú diario es variado, pero recomendamos el goulash con albóndigas de pan, un clásico para un día de lluvia.
Ahora, un poco de cultura: El complejo Clementinum tiene una impresionante y bien conservada biblioteca barroca. Construida por los jesuitas en el siglo XVIII, solo guarda primeras ediciones. Es el sueño de un bibliófilo, con tomos polvorientos que huelen a historia y conocimientos antiguos. Para una incursión más profunda, haz un tour de 50 minutos con Pablo, el simpático guía checo-peruano que habla un perfecto español.
A los fans de “La Bella y la Bestia” les flipará la biblioteca del Clementinum. Foto: Hieu Vu Minh/Unsplash La Torre Astronómica del complejo Clementinum mide 68 metros y data de 1722. Foto: Shutterstock
Para la cena y copas, no te pierdas L’Fleur, el bar de cócteles más guay de la ciudad. Vítězslav Cirok y Miloš Danihelka abrieron el bar en 2015 para ofrecer una colección de los mejores champagnes y cócteles artesanales. Inspirado en las salas francesas de absenta de finales del siglo XIX, el interior tiene banquetas de cuero y ladrillo visto. Después de un cóctel como aperitivo, prueba el sándwich de cerdo con salsa barbacoa.
Tercer día
El café es la forma perfecta de empezar el tercer día, ¿no? Urban Café es un pequeño local cerca de la estación de Florenc, con una iluminación suave y paredes cubiertas de plantas. Las especialidades incluyen Medovik (pastel de miel), Bábovka (un tipo de tarta Bundt) o Buchty (bollos caseros). Si tienes ganas de algo distinto, prueba su café chai en lugar de un expreso.
Letna es un barrio de la orilla izquierda del río Moldava, un espacio verde con uno de los parques más grandes de la ciudad y mucha vida y cultura. Podrías ir a pie, pero como es tu tercer día de viaje, lo entendemos si estás cansado. Toma la línea 8 de tranvía y comienza tu recorrido en el Parque de Letná, desde donde tendrás la mejor vista del centro histórico de Praga. Allí te encontrarás con el enorme Metrónomo rojo, construido en 1991 para reemplazar la estatua de Stalin que fue demolida en 1962. Es un símbolo de la República Checa post-comunista.
Desde el Parque de Letná se pueden ver casi todos los puentes de Praga. Foto: Shutterstock El Metrónomo, siempre oscilando. Foto: Shutterstock
Salt’n’Pepa es un imprescindible de Letná, aunque al principio era un food truck. Radovan Tlstovič es el dueño del local, que tiene una hamburguesa de halloumi tan popular, que sus rivales han intentado copiarla sin éxito. Para una copa después de comer, está Bio Oko. Este bar/cine es uno de los favoritos de la zona, donde se proyectan las últimas películas y documentales internacionales y checos. Toma un gin fizz o una limonada casera en la barra de acero iluminada con neones naranjas mientras esperas a que empiece la película.
No puedes perderte Bio Oko en tu visita a Letná. Foto: Alex Timpau Las salas de Bio Oko tienen un aire retro. Foto: Alex Timpau
Para la última cena, prepárate para una experiencia gastronómica total en The Eatery. El Chef Pavel Býček cree que la comida debe ser experimentada con los cinco sentidos, y por eso situó la cocina de azulejos blancos en medio de su famoso restaurante. El espacio es industrial, con columnas de hormigón y luces colgantes, todo en tonos grises. El restaurante utiliza productos orgánicos locales para adaptar la comida tradicional checa al siglo XXI. Puedes probar el gamo o el bagre.
¿Buscas alojamiento en Praga? ¡El Hotel Boutique Moods es la opción ideal! Situado en el centro de la ciudad, Moods tiene habitaciones cómodas decoradas con luces de neón que cambian de color según tu estado de ánimo y con citas literarias. El hotel de cuatro estrellas ofrece un desayuno buffet gratuito y cumple con las medidas de seguridad COVID-19 del gobierno checo.