Deja atrás el caos de la ciudad y explora el mágico barrio de Coppedè en Roma. Foto: Joey Tyson

Un recorrido por el Quartiere Coppedè

Descubre el art nouveau y el lado más fantástico de Roma en los barrios de Coppedè y Parioli

by The Window Seat

Ranas. Hadas. Gárgolas. Demonios y diplomáticos. Torres medievales y esculturas surrealistas. El Quartiere Coppedè de Roma es un lugar curioso. 

Cuando atravieso su entrada, un enorme arco revestido de rostros de piedra con el ceño fruncido, me encuentro con un grupo de jóvenes estudiantes dibujando lo que les rodea bajo el sol de la tarde. Sus ojos se fijan en las extrañas características arquitectónicas que hacen del “barrio de la fantasía” de Roma un lugar único.

Desde el exterior, Coppedè parece un castillo fantástico ideado por J.R.R. Tolkien. Dos intrincadas torres se alzan a ambos lados de la colosal entrada arqueada. Un lamparón de hierro forjado cuelga en su centro. En el interior, te espera una maraña de detalles. Toques de Florencia y Venecia entrelazados con la Roma medieval. Gárgolas grotescas y portales geométricos que harán que te vuelvas para echarles un segundo vistazo. Opulencia art nouveau hasta en el más diminuto rincón.

En realidad, el Quartiere Coppedè no es más que una manzana. Una anomalía arquitectónica en una ciudad famosa por su historia, especialmente la antigua. Situado entre los barrios de Parioli y Trieste (lejos de las calles más agobiantes y turísticas del Trastevere y el Centro Storico), su loca mezcla de estilos constituye una interesante alternativa en la Ciudad Eterna, y la parada perfecta al viajar a Roma.

Roma

El Quartiere Coppedè toma su nombre del hombre que le dió forma, Gino Coppedè, un arquitecto florentino con un ojo afinado para lo inusual. Diseñado entre 1915 y 1927, este tranquilo lugar es la mayor obra de un hombre poco conocido fuera de Italia.

“Piensa en Gaudí en Barcelona o Mendelsohn en Alemania. Esos arquitectos de aquella época tenían ese instinto para mezclar y añadir estilos más antiguos, como el neoclásico griego y romano”, dice Daniele Meledandri, guía turístico privado en Roma.

Con dar solo unos pocos pasos por el barrio llegamos a la Piazza Mincio. En su centro se encuentra la Fontane delle Rane (Fuente de las Ranas), la maravillosa y extraña pieza central de Coppedè. Un guiño a la tradición y la historia romana, las ranas se sientan alrededor del borde de su cuenco escupiendo agua sin cesar hacia la fuente.

“El agua siempre fue muy importante en la antigua ciudad de Roma”, dice Meledandri. “En todos los barrios de Roma, como por ejemplo Trevi o Trastevere, hay una fuente. No solo para refrescarse y dar de beber a la gente, sino para hacer propaganda”.

Resulta que las fuentes eran para las élites (Papas, emperadores y figuras similares) una estupenda forma de mostrar su gloriosa benevolencia al pueblo llano. Coppedè, sin embargo, puede que tuviese un motivo más irónico para su elección del modelo anfibio. 

Los mejores ejemplos de la excéntrica obra del arquitecto se encuentran en los alrededores de la plaza Mincio. El Villino delle Fate (la Casa de las Hadas), con sus maravillosos accesorios medievales y frisos llenos de detalles, parece, como su nombre indica, sacado de las páginas de un cuento de hadas. También es él “Dónde está Wally?” de referentes e iconos italianos: no pierdas de vista a Rómulo y Remo, los legendarios fundadores de Roma, así como a Dante y al león de Venecia entre muchos otros. 

A la derecha, encontrarás el Palazzetto del Ragno (Palacio de la Araña). De estilo asirio, con dos imponentes columnas a ambos lados de su entrada, fíjate en el detalle que da nombre a la mansión: una araña dorada que acecha sobre la puerta bajo el rostro solemne de algún dios desconocido. Destinadas básicamente a embajadores y millonarios, algunas de estas mansiones albergan embajadas, mientras que otras funcionan como apartamentos de alto nivel.

La zona que rodea el Quartiere Coppedè en cambio no es un punto de interés turístico. En Trieste y Parioli, el ambiente es mucho más residencial y relajado. En lugar de multitudes y largas colas, hay bares de vinos como de barrio y grandes parques. Restaurantes de pinsa (pizza romana) y cafés para trabajadores. Mercados locales y museos menos conocidos. Parece la Roma de los romanos del presente, no del pasado.

Roma

Y aunque la zona ofrece una escapada de fin de semana a Roma diferente, la ciudad antigua tampoco está demasiado lejos. Los majestuosos jardines y las obras maestras de Villa Borghese están a 20 minutos a pie, mientras que el Vaticano, el Coliseo y el Panteón son fácilmente accesibles en transporte público si lo que quieres es un buen tour por Roma.

Después de Coppedè, me detengo en la Caffetteria Susina, un relajado bar de barrio donde tomar unos vinos. A medida que el cielo empieza a oscurecer, las mesas se llenan de gente que sale de trabajar, y se toman unas antes de volver a casa. Me tomo mi tiempo para recorrer las amplias calles de Trieste hasta llegar a Parioli. Entre los elegantes bloques de apartamentos, descubro antiguas tumbas y ruinas de monumentos; los emblemáticos pinos de piedra de Roma se alzan sobre las paredes de yeso desconchadas. 

Parioli, históricamente una zona residencial de lujo, está empezando a deshacerse de su imagen de lujo y a atraer a un público más joven. The Hoxton, el grupo hotelero londinense de moda, acaba de inaugurar aquí su nuevo hotel, The Hoxton Rome. Su bar, que además es un espacio de coworking, tiene bastante rollo, a medio camino entre una película de Wes Anderson y un bar clandestino de Nueva York. Casi espero encontrar a Don Draper sentado en una esquina, bebiendo un old fashioned. En lugar de eso, lo que veo es a una multitud de millennials trabajando con sus portátiles entre aperitivos.

Federica Pini, directora de relaciones públicas y marca de The Hoxton Rome, explica que la zona es perfecta para los viajeros que quieren vivir Roma como un romano, pero sin perderse las atracciones más populares. “Sigue siendo un barrio muy animado. Hay una especie de cambio de algo más clásico a algo más contemporáneo”, añade ella.

En el cercano MACRO, uno de los museos de arte contemporáneo más atrevidos de Roma, su nuevo director artístico, Luca Lo Pinto, también está aportando su granito de arena para atraer sangre nueva a la zona. A diferencia de la mayoría de los museos italianos, la entrada al MACRO es gratuita. Ubicado en uno de los antiguos almacenes de la cerveza Peroni, su colección abstracta de arte multimedia ofrece el contraste perfecto con las numerosas galerías de arte de un estilo más elegante y espléndido que encontrarás en Roma.

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Más tarde, me paro en el Marziali 1922, en la Piazza Caprera, para cenar. El local está repleto; comida clásica romana en un entorno moderno. Cacio e pepe sobre alcachofa frita. Berenjena a la parmesana. Pulpo cocido con escarola fresca. Sentados bajo un dosel de plantas colgantes, se crea un ambiente familiar entre los comensales, y una atmósfera relajada. Roma está viva y respira: el lugar perfecto para experimentar la ciudad tal y como es ahora.